- por Lucía Sánchez Lucero, El Atlántico
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron, son y serán el grupo de mujeres más reconocido que encarnó una de las batallas más fuertes, justas y comprometidas de nuestro país. Una de ellas es Angelita, madre de Adriana, militante desaparecida en diciembre de 1977 y abuela de Sebastián, nieto recuperado nº 82.
De todas formas, en este Día de la Mujer, aseguró que las Madres entienden que el homenaje no puede solamente limitarse a recordar la tragedia que originó la conmemoración, sino también a “reivindicar la lucha de todas las mujeres que pelean por su libertad, por trabajo, mejores salarios e igualdad social”.
“Las Madres recordamos cada día a nuestras queridas hijas desaparecidas por la dictadura. Como decía Rodolfo Walsh: podrían haber elegido otros caminos que eran distintos, pero el que eligieron fue más justo y generoso”, relató Angelita.
Esto habla además de lo que a muchas madres les costó entender la entrega de sus hijos: “no vivieron para ellos, sino para otros y esos otros son millones”, determinó. Angelita admitió que conoció poco acerca de la militancia de Adriana. Se quiebra cuando piensa que no la acompañó y que tendría que haberlo hecho, pero también sabe que de este dolor nació su espíritu de lucha; que gracias a él pudo recuperar hace algunos años a Sebastián y en breve podrá participar del bautismo de su bisnieta. Sabe que por este dolor sus brazos no van a bajar nunca; que seguirá recorriendo la Plaza hasta que le de el cuerpo y que a pesar de que ella recuperó a su nieto, no se cansará de buscar a los que faltan.
Como bien dijo Angelita, esto es posible porque tiene la seria convicción de que “la única lucha que se pierde es la que se abandona”.
Entonces, el recuerdo en el Día de la Mujer es para con su hija y en ella representadas todas las mujeres desaparecidas, en especial las Madres Azucena, Esther y Mary, que en la lucha dejaron la vida
De todas formas, en este Día de la Mujer, aseguró que las Madres entienden que el homenaje no puede solamente limitarse a recordar la tragedia que originó la conmemoración, sino también a “reivindicar la lucha de todas las mujeres que pelean por su libertad, por trabajo, mejores salarios e igualdad social”.
“Las Madres recordamos cada día a nuestras queridas hijas desaparecidas por la dictadura. Como decía Rodolfo Walsh: podrían haber elegido otros caminos que eran distintos, pero el que eligieron fue más justo y generoso”, relató Angelita.
Esto habla además de lo que a muchas madres les costó entender la entrega de sus hijos: “no vivieron para ellos, sino para otros y esos otros son millones”, determinó. Angelita admitió que conoció poco acerca de la militancia de Adriana. Se quiebra cuando piensa que no la acompañó y que tendría que haberlo hecho, pero también sabe que de este dolor nació su espíritu de lucha; que gracias a él pudo recuperar hace algunos años a Sebastián y en breve podrá participar del bautismo de su bisnieta. Sabe que por este dolor sus brazos no van a bajar nunca; que seguirá recorriendo la Plaza hasta que le de el cuerpo y que a pesar de que ella recuperó a su nieto, no se cansará de buscar a los que faltan.
Como bien dijo Angelita, esto es posible porque tiene la seria convicción de que “la única lucha que se pierde es la que se abandona”.
Entonces, el recuerdo en el Día de la Mujer es para con su hija y en ella representadas todas las mujeres desaparecidas, en especial las Madres Azucena, Esther y Mary, que en la lucha dejaron la vida
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