13 de junio de 2010

Un desahogo que esperó 34 años

Por Juan Carrá, Belén Cano y Federico Desántolo
Redacción El Atlántico
La figura de Molina fue incendiada ante la mirada de los manifestantes en la puerta del tribunal.-
El mediodía estaba soleado, pero el frío era intenso. Sin embargo, nadie llegó a sentirlo cuando el clamor popular celebró un fallo histórico. Gregorio Rafael Molina, torturador de cautivos, violador de mujeres prisioneras y asesino de al menos dos hombres, acababa de ser sentenciado a cárcel común y perpetua.
Ni su enfermedad de colon, ni las maniobras jurídicas de sus defensores lograron torcer la historia que era ansiada por familiares y gran parte de la sociedad marplatense.
Fuera del Tribunal, la tensión se transformó en festejo en pocos minutos. Dos parlantes trasmitían en simultáneo la lectura del fallo. Cuando anunciaron la prisión perpetua hubo aplausos, gritos eufóricos, de desahogo, abrazos interminables, lágrimas y sonrisas, jóvenes que saltaban y cantaban, otros que se quedaron sin palabras, invadidos por la emoción.
“Uno menos”, repetía Eleonora Alais cuando abrazaba a amigos y compañeros que se acercaban a saludarla. Ella es hija de Hugo, uno de los abogados desaparecidos en la Noche de las Corbatas. “Este es un camino que tenemos que transitar todos juntos”, dijo al ver la gran cantidad de gente que se congregó en el Tribunal.
El sentimiento de Justicia fue compartido. “¡Esto es por los compañeros que quedaron en La Cueva!”, exclamó al salir a la calle Leda Barreiro, Abuela de Plaza de Mayo y ex detenida del centro clandestino de detención y torturas. “¡Presentes!”, respondieron quienes la rodearon espontáneamente.
Hubo música y hubo baile. Los cantos se repetían. Ardió en llamas un muñeco de cartón que representaba a Molina vestido de fajina y llevaba inscripto 'genocida'. Los hijos, los sobrevivientes, hermanos de las víctimas, sus madres y sus padres fueron acompañados por más de un centenar de personas. Acudieron algunas agrupaciones: Libres del Sur, Jóvenes al Frente, PTS, Descamisados. Las distintas vertientes se congregaron en una misma causa.
Hubo un intento fallido por sacar a Molina. La reacción de la gente, sólo los gritos de 'asesino' y 'violador', lo impidieron. Lo trataron de cobarde, le dijeron que solo no podía afrontarlos, contrarrestando la imagen de poder e impunidad de la que el represor gozaba dentro de la Cueva.
“Que quede en la memoria de nuestro pueblo que nuestros viejos lucharon por un mundo mejor”, pidió Ramiro, hijo de Tomás Fresneda y María de las Mercedes Argañaraz. “No murieron en vano, hoy son nuestro ejemplo”, afirmó Lorena, hija de Jorge Candeloro. “Todos nuestros viejos hoy estuvieron acá”, mencionó Eleonora y rompió en llanto. La Justicia también estuvo en Mar del Plata y el desahogo llegó, 34 años después.

No hay comentarios.: