29 de octubre de 2010

Sensaciones ante la muerte de Kirchner

por Facundo "apache" Villalba.
militante de Jóvenes al Frente.

Empiezo a escribir estas palabras sin saber si efectivamente las haré públicas; pero lo hago con la necesidad de acomodar algunas ideas que por estas horas me dan vueltas por la cabeza y por esa necesidad que me surge de tanto en tanto de no quedarme callado ante el paso de la historia por al lado mío.
No pienso hacer un “análisis” de los años de Kirchner sino más bien, de mis sensaciones en estos años, en los que con el paso del tiempo y los acontecimientos, fueron moldeándome. Por eso seguramente no seré preciso en algunas fechas ya que prefiero plasmarlas como las tengo en mi cabeza, para intentar ser lo mas fiel posible a mis sentimientos por estas horas.

El 25 de mayo de 2003, lo recuerdo como un día de mucha alegría, mis 15 años, me pusieron frente a la pantalla de la televisión, con una jornada en la que por 3º vez vi al pueblo en la calle. La primera fue la marcha grande y la segunda aquellas jornadas de diciembre de 2001, esas jornadas que con mis 12 y 13 años me mostraron cual era el camino que quería seguir, que empezaron a acomodar en mi cabeza infantil las ideas que me rondaban desacomodadas en la cabeza, que me hacían soñar viendo imágenes del 17 de octubre o del 25 de mayo del 73 en viejas filmaciones y en las primeras lecturas de Evita, de Perón y del Che.
Como decía, con mis 15 años, Kirchner me hizo ilusionar, me hizo creer, en que se podía llegar a cambiar nuestro país. Recuerdo aquel 24 de marzo en el que Kirchner dijo “volvimos” en la ESMA, recuerdo la presentación de “Memorias del Saqueo”, de Pino, acá en el auditorium y me recuerdo repartiendo revistas en las que decíamos que no había que pagar la deuda y que llevaban por titulo ¿Qué Deuda?
También se me viene a la memoria la cumbre de los pueblos, y empezar a ver más claramente el rumbo que tomaba Nuestra América, empezar a ver que acá no teníamos a Chávez ni a Fidel, y empezar a escuchar de un tipo que se llamaba Evo Morales y que estaba de campaña en Bolivia. Recuerdo a mi hermana por aquellos días trayendo a casa un libro de ese Comandante Venezolano, “el golpe fascista contra Venezuela” y me recuerdo leyéndolo, de hecho nunca se lo devolví, ni tampoco la banderita de Venezuela que me trajo un día de la Cumbre.
Toda esa ilusión, la recuerdo, y hago un esfuerzo por expresarla como era en ese momento algo infantil e ingenua, sin pasarla por el tamiz que me impone presente.
Fue corta la primavera. Así fui creciendo leyendo esas revistas y libros y escuchando a compañeros y viendo que la Patria Grande cambiaba, pero cambiaba de verdad. Y empecé a contrarrestar eso con los personajes que veía acá, no podía entender porque se hablaba de renovación de la política, si estaban los mismos de siempre, si Solá era el mismo, si Scioli, Díaz Bancalari, Mussi, Balestrini, Moyano, Gariboto, eran los mismos, si cada vez que viajaba y recorría el Gran Buenos Aires, repartiendo pollos con mi viejo, veía a los mismos intendentes de siempre. Dudas, muchas dudas, que pronto se trasformarían en certezas.
Por lo menos no son radicales, pensaba, trataba de justificarme con eso de que “las casas se hace con ladrillos y cemento y si en el medio se mezcla algo de mierda no importa”, pero no, algo ya no me cerraba, ahora resultaba que esa bandera gigante de las madres que decía: “no al pago de la deuda externa” y esas revistitas que yo había repartido, ya no eran. Que ahora lo progresista era pagar toda la deuda. Bueno, algo hay que negociar pensaba y aparte por lo menos no había radicales.
La desilusión en mí comenzaba a plasmarse, la desaparición de Julio López, era fundamental y en las charlas con algunos compañeros comenzábamos a ver que el Péndulo no resistía más, y con algunos empezamos a pensar lo que hoy es Jóvenes Al Frente, con la voluntad de Crear, de crear algo nuevo, de que toda esa desilusión no se transforme en derrotismo y al contrario, que nos preparemos para una etapa que inevitablemente se va a abrir.
Y bueno llego algo llamado la Concertación, ahora resultaba que aquellos que habían vendido el país en los 90 más aquellos que lo habían destruido con la alianza, eran la nueva política. Y un tipo Radical, Julio Cobos iba a ser el vicepresidente de un gobierno “popular”. Pero ya unos meses antes se me habían terminado las dudas. El puerto de mi ciudad se había levantado y me mostró la única verdad, que es la realidad, la explotación continuaba más que nunca en mi patria, los recursos naturales se depredaban y se lo llevaban manos extranjeras dejándonos hambre y miseria a nosotros. La esclavitud, en las covachas, me despabilo y la respuesta de estado, del gobierno, fue sacar la Prefectura a las calles a reprimir junto a la policía bonaerense a trabajadores y militantes. Y mientras tanto Gariboto y Katz cerraban las listas del frente para la victoria en nuestra ciudad.
Mi camino estaba ya decidido, el kirchnerismo no era para nosotros alternativa, sin embargo, una y otra vez nos ocupamos de remarcar que algunos compañeros que elegían ese camino, no eran el enemigo. Nos ocupamos también de dejar en claro nuestra posición en momentos trascendentales. Nosotros junto a Atahualpa y el MPP escarchamos la sociedad rural, y también nosotros militamos y nos movilizamos por la ley de medios, aunque siempre denunciamos también que este mismo gobierno era el que le había renovado las licencias por 10 años al grupo Clarín y el que le había, y le sigue, entregado nuestra ciudad a Aldrey Iglesias. Todas estas posturas nos hicieron ganar las puteadas de muchos compañeros, pero hasta el día de hoy las creo acertadas y maduras.
Después vinieron otras cuestiones el veto a la ley de glaciares, el llamado a la reconciliación con las fuerzas armadas, la consolidación de Telefónica y de Spolsky como nuevos dueños de la comunicación. y varias más. También algunas cosas buenas como la mal llamada “asignación universal por hijo” y la intervención diplomática con el intento de golpe a Ecuador.
Este resumen de mis sensaciones en este proceso lo hago tratando de ser lo más sincero posible. Y en el medio de múltiples declaraciones, de mucha hipocresía pero también de dolor sincero de muchos compañeros. Al pasar estas sensaciones al papel, me encuentro con que el kirchnerismo, con todo, fue el “ordenador” de mi desarrollo como militante y creo también el de todo el campo popular en los últimos 7 años.
Se cierra una etapa, o mejor dicho se acelera un proceso que muchos venimos previendo de hace algunos años, no es bueno, pero es irremediable. Escucho a Moyano y a la Unión Industrial hablar de “Paz Social” y también de “reunificación del peronismo”, recuerdo la muerte de Mariano y enseguida el diario de hoy me muestra otro ataque de patotas sindicales.
Creo que no nos hemos equivocado, que elegimos el camino correcto, que tuvimos la madurez de reconocer las cosas buenas y la suficiente independencia y audacia para decir lo que hay que decir, porque como dice la canción “el silencio cobarde apaña la maldad que oprime”, y que ahora tenemos que apurarnos, que tenemos que organizar la rebeldía de los jóvenes, que tenemos que exigir, que tenemos que juzgar a los cómplices civiles de la dictadura, que hay que denunciar más que nunca el saqueo de nuestros recursos naturales, que hay que mostrar el “archivo” de quienes hoy se quieren lavar las caras y que hay que seguir organizándonos, discutiendo un nuevo proyecto de país.
No mucho más, solo despedir a Néstor Kirchner, un tipo que logro ilusionarme tanto como para creer que vale la pena dar la vida por un proyecto y que logro desilusionarme tanto como para darme cuenta que ese proyecto no puede ser jamás compartido con los sectores dominantes, que no puede darse en los marcos de la democracia liberal y que requiere de un esfuerzo extra por despojarnos de los vicios del liberalismo y de los sectarismos característicos del campo popular.

No hay comentarios.: